Morfología y biología
T. piniperda puede medir entre 4 y 5 mm de longitud, con la cabeza y el tórax de color negro y los élitros de color castaño oscuro. La puesta la realiza en las galerías maternas, debajo de la corteza y en unas hendiduras
a ambos lados de la misma, siendo sus huevecillos blancos y redondeados, oscilando el número de huevos que pone cada hembra entre 20 y 50. Las larvas son ápodas, de color blanquecino, encorvadas y con la cápsula cefálica
marrón. Las pupas están situadas siempre al final de las galerías larvarias.
Aspecto de Tomicus piniperda
© Diego Gallego Cambronero
Es una especie monógama en la que la hembra realiza la primera colonización practicando un orificio que conducirá a una cámara subcortical, algo más ancha, conocida con el nombre de cámara de apareamiento. La galería es realizada
por la hembra mientras que el macho se encarga de expulsar los serrines al exterior, además de evitar que la resina que segrega el pino tapone la galería. La hembra colocará los huevos en unas celdillas situadas en la galería
materna de forma escalonada.
Galerías de T. Piniperda marcadas en la corteza
Orificios de salida de los adultos
Generalmente T. piniperda realiza las puestas en las primeras semanas de marzo y hasta el mes de agosto. El periodo de ataque a troncos de T. piniperda es por tanto mucho más corto de que el de T. destruens. Tras la emergencia de los juveniles, de julio a diciembre, estos vuelan a las copas para alimentarse, al igual que T. destruens.
Con la llegada de los fríos, los adultos se refugian en las anfractuosidades de corteza gruesa, para pasar el invierno hasta el inicio de su periodo de vuelo en marzo.
Síntomas y daños
El género Tomicus produce dos clases de daño: galerías subcorticales en los troncos y ramas gruesas, y galerías en las ramillas de las copas. El ataque en las copas es irrelevante ya que los árboles a los que atacan
tienen suficiente vigor para regenerar las pérdidas. En cambio, los ataques en el tronco siempre son mortales, ya que a través de las galerías maternas y, sobre todo las larvarias se introducen hongos que producen la
degradación del floema del perímetro de la galería. Además, durante la alimentación de las larvas se produce una destrucción mecánica de los canales floemáticos.
Adulto de Tomicus piniperda performando un brote
Ramillos perforados T. Piniperda y caídos por el viento
Volcán de resina
Seleccionan árboles, o secciones del fuste, con corteza no demasiado delgada ni tampoco muy gruesa. No suelen atacar a los repoblados. Los árboles atacados son fácilmente reconocibles por los volcanes de resina amarilla
que bordean los orificios de entrada. En ocasiones pueden encontrarse árboles con ataques rechazados, vivos, pero con volcanes de resina.
Prefieren reproducirse en árboles en estados iniciales de decaimiento, principalmente por estrés hídrico, competencia con otros árboles, dañados por fuego o mecánicamente.
En ausencia de daños episódicos, como incendios o sequías, los árboles con más riesgo de ataque son los situados en suelos pobres, poco profundos, de escasas precipitaciones y con exceso de pies por ha. También se han detectado
ataques frecuentes en árboles muy viejos (>80 años), posiblemente ligado a la senescencia. Otro factor de riesgo son los trabajos forestales de clareo y entresaca, ya que en ciertas condiciones se han registrado ataques
en los árboles intactos.
Especial atención hay que prestar a los episodios de sequía intensa y prolongada, ya que predisponen al ataque de Tomicus sp.
El abandono en el monte de leñas de los trabajos forestales es un perfecto material de reproducción y una vez que sus poblaciones adquieren altos niveles, pueden convertirse en verdadera amenaza para otros árboles y masas.
En situaciones de plaga, al comienzo los árboles muertos aparecen sueltos, o en corros poco numerosos. Las poblaciones del insecto van aumentando rápidamente y los focos se van convirtiendo en manchas continuas, cada
vez más extensas.
El diagnóstico visual se basa en la presencia de volcanes de resina amarillenta en los fustes y ramas gruesas. Habitualmente este síntoma se detecta tras el amarilleo súbito de la copa. Con el descortezado se confirma la
presencia de la especie. Esta decoloración se produce en los estados avanzados de infestación, cuando los parentales y parte de la generación hija ya han abandonado el hospedador.
Esto contribuye a dificultar su control ya que los tratamientos de apeo y descortezado del árbol solo son parcialmente eficaces, al actuar solamente sobre parte de la población hija y prácticamente nada sobre la parental.
En árboles muy debilitados o apeados no se forman los volcanes de resina, por lo que su diagnóstico se efectuará tan sólo por descortezado e identificación de galerías.
Se deben distinguir dos tipologías de daños, con modos de gestión diferentes.
DAÑOS EXTENSOS, en áreas forestales. Se han propuesto los siguientes grados de afección:
Grado 0: Rodal con algunos pies muertos, posibilidad de ataques rechazados.
Grado 1: Rodal con pies muertos dispersos.
Grado 2: Rodal con pies muertos y algunos pequeños corros dispersos.
Grado 3: Rodal con clara evidencia de grandes corros o muchos pequeños corros con tendencia a mortandad masiva.
Grado 4: Mortandad masiva.
DAÑOS LOCALIZADOS, en áreas de uso público parques y jardines.
Grado 0: Mortandad de algún pie y ataques rechazados en otros.
Grado 1: Mortandad de menos de la mitad de los pies.
Daños extensos, grado 1
Daños localizados, grado 2
Daños localizados, grado 2
Daños localizados, grado 2